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Mostrando entradas de junio, 2016

CERCA

Cerca. Cerca del abismo, de la luz. Cerca. Cerca del labio. Cerca de caer, de perder. Cerca de romperme. Cerca. Siempre cerca, como lo están el cielo y el sol. Cerca. Como la letra y la canción. Cerca. Acércate un poco, prometo no morderte. Acércate, que aquí hace frío. Olvidémonos del calor, del tiempo que pasa mientras nos besamos. Cerca, más cerca por favor. Mezclo mi letra con la tuya, y escribo libros sin final. Mezclo el chocolate con mi vainilla, y rezo porque nunca deje de mezclarse, porque nunca deje de girar. Cerca. más cerca; hasta que podamos oír nuestros latidos. Cerca. Cerca hasta que el espació se reduzca a nulo. Cerca, hasta que nos embriaguemos con nuestros suspiros. Podemos bailar en la calle si quieres, en la cocina, en mi cama. Podemos reír si así lo deseas; todo de ti que me hace ser feliz y encontrarle sentido a la sonrisa. Podemos querernos si aún estas dispuesto, y dejarnos llevar por las sorpresa que no pensamos. Cerca. Calla. Solo acércate más, que mi

ALMA

Vete frío, ya no te anhelo más. Vete falsa sonrisa, que me robaste tantos años de verdad. Aléjate mar de dudas, viento de mentiras. Vete de mi oscuro deseo de caer al vació. Aléjate de mi pánico al amor, llegas tarde. Ahora se como hacerlo sin herirlo a él. Sin herir a nadie. Sin herirme a mi. No te vayas sonrisa. No te vayas.

SECRETOS

Estuve los cuatro años de secundaria tapada hasta el cuello. Aborrecía mis curvas, mi carne, mi cara, mi cabello, mi pálido color. Aborrecía cada centímetro de mí. “¿Por qué ellas y no yo?”, me preguntaba una y otra vez. Una constante comparación. La ropa no resaltaba mi figura, la ocultaba. Me daba demasiado miedo sacarla al exterior. ¿Quién querría ver tal horror? ¿Quién querría amar aquella barriga si yo la odiaba? El espejo se volvió mi enemigo. Odiaba mi reflejo. Odiaba que lo que veía fuera la realidad. Me odiaba. Odiaba cada parte de mí. Odiaba mi personalidad. Odiaba mi miedo, mi poca autoestima. Odiaba mi cuerpo. Me aborrecía a mí misma. Quería desaparecer; no solo por la forma irregular y abstracta de mi cuerpo, si no por el caos de mi cabeza. Odiaba el verano. El calor. ¿Cómo iba a descubrirme? Me daba asco. No entendía porque tanta cintura, por que tantas piernas, porque tanto pecho. Porque tanto todo. ¿Por qué ellas y no yo? ¿Por qué ellas tenían aquel cue

VERANO

Ya lo siento. Ya lo noto. Ya lo quiero. Ya entra sol entre cortinas de seda teñidas de blanco. Se refleja la luz en el espejo de la ventana y la música ahora parece tener más poder sobre mi cuerpo. Sol. Luna. Todo se une en el calor de las sabanas frescas. La cama ahora guardara mi piel con más cautela, y la brisa acariciara mi pelo sin temor a romperlo. Adiós Invierno,que calaste en mis huesos y me diste la belleza del amor. Hola Verano, que devuelves a la niña que guarde en otoño y aprendió a sonreír en primavera. Vuelve a mi pequeña paloma;  déjate acunar por la calidez del sol que ahora prospera en nuestro canto. Veremos ahora luces en el cielo que se alzan como pájaros libres. Nos beberemos la fortuna y nos besaremos bajo las estrellas de oxigeno que al fin pueden respirar con calma. Déjate llevar Rebelde por mis besos, que ahora son tuyos. Siempre lo han sido. Déjate llevar ahora enamorado por la tortura del calor, que seca nuestras pupilas y nos hace desear estar más ce

MÁRMOL

Escultura blanca inmortal en pose firme y eterna. Se ahogan en su propio respirar. Se ahogan en ojos tristes. Ya no podrán sentir el tacto del ser cuando este roce sus dedos por su rostro inmóvil. Se quedaran sin lágrimas. Ya no habrá suspiro que pueda reparar trágico final. Ya no habrá futuro en duda de flores teñidas.... ya no habrá consuelo en miradas como las suyas, tan llenas de sonrisas en cuerpos muerto por la vida. Pobre ellas las esculturas. Pobres nosotros, que adoremos aquello que nunca cambiara.

TOCARLA

Patrick se la quedo mirando. ¿Cómo podía ser tan bonita y estar tal cual, sentada en aquel banco de madera blanca, mirando la nada?, pensó. Habían sido amigos durante tantos años que Patrick podía leerle la mente con solo mirarla; y por aquella misma razón Anna sabia cuando a su amigo le preocupaba algo. -¿Qué?-le pregunto Anna.  -¿Qué de qué?-repitió Patrick con un disimulo pésimo.   Las vacaciones de verano estaban a la vuelta de la esquina, y el calor había azotado a la ciudad con la furia de un huracán. Patrick entre abrió la boca, pensando si hablar o no. -Por alguna razón el verano hace sentir libre a los jóvenes, pero son solo tres meses de alocada diversión que se olvida con el primer día de curso del año siguiente-dice al fin.  Anna lo miro sorprendido y divertida. Se río entre dientes y bajo la vista.  -Deja la filosofía en los libros, Patrick-dijo dándole un sorbo a su bebida enlatada.  -No me gusta la filosofía de la escuela.  -¿Por qué no?  -No te habla d