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Al son de las palmadas me quedo vacía y creo recordar tu mano con la mía y tu susurro en mi nuca que me hacía estremecer de los nervios en la cama. Al son de tu pasos que me marcan el camino me quedo quieta a la espera de tus ojitos verdes que me miran con carita de santo que con soltura me han engañado y me han hecho quererte. Y me rezo con desconfianza buscando mi piel morena que ya se me ha quedado blanca y me quiere quitar la identidad; y entre esclavos de sangre y vampiros diurnos me hago caer en tus sabanas y me olvido del dolor de la noche y con música de calle me inspiro y te digo que con un poco de fe se puede volar. Quedándome quieta aquí te observo mientras bailas y entre ángeles sin alas yo me quiero hacer fuego; cenizas después de poderte besar. Mucho pecado me han dicho que hay en las calles, y aún así quiero salir a enfrentarlo, porque mis puños se han bañado de arcilla y de la tierra nace mi fuerza. Y ahora espero paciente a un demonio alado que me lleve al cielo y

Si me pides saltar te juro por Dios que iría al acantilado más alto del mundo y me dejaría caer cual pájaro rebelde que abandona el nido y decide vivir; pero no te preocupes amor que yo siempre voy con paracaídas.   No te preocupes amor que por ti lo hago todo pero por mi también.   No te preocupes amor que la vida con colores unidos es más divertida y con poco de ti siempre me quedo hambrienta. Hambrienta de alma, de cuerpo y de risas. Si me pides bailar bailaré contigo como si se me acabara el pulso mañana, como si quisiera coger el viento, beberme el sudor de tu cuello y morir contenta. Morir contenta... Vivir feliz, caerme mil veces y volver a repetir; por vicio, me atrevo a decir.                                  Y la buena música me recuerda lo bonita que soy y lo mucho que me queda por cagar y que contigo la vida es bonita. Bonita es la vida contigo, y a veces me tropiezo y creo dormir pero me despierto atenta a cada rayo de sol que me amenaza con ramos de flores. Ay flo

Tu verdad es canción; de tu alma, de tu corazón, del auto-reflejo de tu piel cuando la tocan. Tu verdad es la justicia que tantos años en silencio se ha cansando de esperar que la saquen con besos. Tu verdad es el grito sordo de alguien, de alguna voz débil que se ha quedado afónica entre las mentiras. Tu verdad es el cambio, el movimiento que a veces sin ruedas ni motor consigue despegar del suelo y volar. Tu verdad es la sinfonía de miles de nosotrxs haciéndonos camino.   Un camino áspero y lleno de trabas, pero un camino un camino al final. Tu verdad es tuya, es único y es valida. Tu verdad es intima e incapaz de no coincidir con las verdades de otros corazones que siguen brillando porque aun conservan la fe. Fe. Fe de la buena, fe de la que te incita a la verdad que grita, que se abre camino; esa fe que solo puede ser amor; que si no es amor no es verdad y que si no es verdad es, con suerte, solo un recuerdo del pasado. Y eso es lo que estamos buscando: que nuestra ve

Estoy fuera. Ya respiro otra vez. Ya siento otra vez. Mi piel vuelve a ser ella misma. Respiro.

Felicidad, sigo esperando: sigo esperando algo, algún momento que me haga olvidar el dolor, la tristeza y el malestar que no se me quitan de la cabeza. Sigo esperando algún momento de éxtasis máximo que se le parezca a un orgasmo sin tener que ser un orgasmo exclusivamente. Sigo esperando que aparezcas y me quites esta cara de soledad, de fe perdida. Pero una parte de mi sabe que aún y que aparecieras mil veces, cuando acabases, volvería a pensar en la muerte, en sus derivados, en escribirte de nuevo, en ser gato y volver a pasarme un día entero en la cama durmiendo, con demasiado tiempo para pensar; con demasiado tiempo para mi misma pensándote, a ti, ausente, Felicidad. Porque no sé que eres, no sé si eres una ilusión, una idea, un momento, un ratito o un estado mental; pero ya no me importa lo que puedas ser o lo que yo quiero que seas, te necesito; necesito algo bonito, algo feliz que me haga sonreír o reír de nuevo de aquella manera en la que se te sale el corazón de

No sé cómo hacer que mis palabras duelan menos, que mi dolor duela menos; que mi alma duela menos.   No sé cómo desprenderme de esta pena, tristeza, melancolía infinita que me hace retroceder cuando parece que estoy avanzando. Como si mi camino estuviera marcado por el dolor de otrxs, por llanto, males de cabeza y pecho comprimido por todo aquello que tengo que decir pero que no sé por donde empezar. Y es que no sé por donde empezar... ¿Cómo empiezas aquello que no tiene principio y que no parece tener final...? Algo tan simple como la tristeza que me hunde y la pena que me ahoga en mi misma. Intento nadar, de verdad que lo intento, pero aquí estoy, hundiéndome en cualquier pequeña ruina que rompe el muro de piel que me había construido años atrás. Aquí estoy, maldiciendo a algo, a alguien, a mi misma. Viviendo algo extraño y durmiendo a regañadientes. Aquí estoy, queriendo soledad y dudando del amor. Culpándome de todo, asfixiando al alma que con tanta paciencia