LA NOCHE QUE ME INVADE
El corazón se dispara, las manos sudan y las pupilas empiezan a temblar. Permanecéis uno frente al otro, compartiendo exhalaciones, mirándoos con recelo, con un éxtasis que os incita a seguir, pero también os dice de parar, que no hay vuelta atrás si os decidís. Es como si la habitación que compartís no tuviera espació suficiente para vuestros propios cuerpo, para vuestras vírgenes pieles. Cerráis los ojos, y escucháis vuestros latidos, que chocan contra vuestros huesos con impaciencia. ¿Podéis escuchar el temblor? Sonreís. Sonreís como tontos que se están a punto de besar, que ya se han besado, o que se están besando. Es como volar. Es como volar y compartir ventiscas. Podéis ser lo que queráis, podéis hacer aquello que vuestras almas deseen; solo la voz de vuestra cabeza os lo impide. Maldita voz que siempre complica... maldita voz que siempre susurra palabras falsas sobre el peligro del amor... Haced que se calle. Podéis seguir así, en silencio, en la quietud de la espera, en e...