SIMPLE Y CORTO
Pierdo como en un juego del azar: me puede tocar o puedo perderlo todo.
Azar, a eso juega el Destino: se
divierte y luego nos deja a nosotrxs para llorar. Él no llora, solo deja huella
y se va.
No quiero seguir luchando ya que
he aprendido que al luchar se lucha por algo y yo entiendo que no tengo nada
por lo que luchar. No por ti, no por ellxs, no por mí misma.
Puede parecer triste y vacío; pero
es una forma de sobrevivir a este otoño que no ha llegado a tocarnos del todo; No
sé ha atrevido a asomar, y no le puedo culpar.
No quiero luchar por todo; estoy
cansadx. Cada vez pierdo más. es simple y corto: la muerte, el viaje, la
despedida. Voy descontando y me desvanezco, como una canción escrita a mano
que acaba desapareciendo.
Pierdo piel. Pierdo momentos y
almas curadas que me dejan partir. A mí... a mí me dejan partir.
Mamá quiero saber conducir e irme
lejos; a algún sitio donde deje de perder. Quiero que me pierdan a mí porque estoy
cansada de despedidas.
Pierdo. Gano. Recupero y vuelvo a
jugar.
Azar, Azar… eres travieso y me
dejas con esperanza. Las canciones ya no llevan tu nombre y mi piel ya
está cansada de envejecer; esta fuerza que guardo la quiero para otra cosa:
algo que me haga ganar siempre.
Y vuelvo a perder aquello que nunca
tuve: un beso, un abrazo, una melodía, una película, una lágrima, un baile
entre tú y yo; tú y yo Azar. Te has cansado de jugar y ahora me das el relevo
pero yo no quiero seguir perdiendo.
Perder… perderlo todo, de todas
las maneras posibles, envejecer de esa manera tan pura y tan lenta; aquella que
no puedo dejar de ver en los ojos de otrxs y que he dejado de temer.
Perder la consciencia, la
cordura o las ganas de vivir. Si lo dices al revés no tiene sentido.
Me ha salido triste la palabra… y
es que cuando pienso en perder recuerdo la perdida de mi misma y me desvanezco,
como una gaviota en puerto o como un pez en mar.
Cuando recuerdo el verbo
perder, simple y corto, me acuerdo del puro, del cactus, del gato, del amor... de
mi piel. Me acuerdo del adiós entre lágrimas y sonrisas; me acuerdo del abrazo
cálido y la canción que sonaba en la radio. Me acuerdo de las sabanas frías, de
la introducción de aquella película que tanto nos gustó y del epilogo de aquel
primer libro que me hizo llorar.
Perder… si le das la vuelta no
tiene sentido. ¿Y qué sentido habría de tener? Si precisamente esta para que no
lo llegues a entender…
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