SE HACE DE NOCHE
Me tiembla el
cuerpo por culpa de un frío que me eriza la piel sin amor, ni paciencia, ni
paz.
Me tiembla el cuerpo… de vergüenza, de enfado, desapego, desilusión, decepción. Muchas des.
Me siento
menos humana que ayer. Un poco muerta y un poco hielo. Algo entre medio que no
sabe pedirme perdón. Ni perdón ni “hasta luego”.
Se
hace de noche.
Se protege el
corazón.
De primero cadáver,
de segundo Barcelona; aquí, yo sola, en mitad de la noche delante de los Santos.
Yo sola, con una respiración nueva. Yo sola, respondiendo preguntas y recapitulando
en mi cabeza por qué estoy tan jodida por dentro. Y recuerdo: es verdad… era por
eso.
La noche se
hace tranquila y entre la calma me dejo morir. Morir despierta, supongo, porque
mi cuerpo sigue aquí, quejándose del frío. Morir despierta… es justo eso: los
ojos abiertos intentando ver. ¿El qué? No sé, algo, lo que sea. Y veo, a lxs otrxs. A la gente. Un reflejo de mí.
Cansancio que me
trae la noche, el tren, la calle. Todo el rato pensando en lo abstracto al final me convertiré en algo extraño a esto que soy. Y sí, veo un pantalón tejano y una
camiseta de tirantes y unas botas negras. Unos cabellos cortados en casa y unos labios rotos, sin remedio; y creo que soy yo pero no estoy
segura. Sí, creo que fue ayer, después de sentirme vacía. Sí… estuvo bien.
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