HOGAR ERES TÚ
Siento un nudo en la garganta y
una presión en el pecho cuando me alejo de ti, porque corto la raíz con el
mismo cuchillo, sucio y con el mango partido. Y desde el retrovisor te haces
pequeña, y yo no sé si más grande pero sin ti seguro que un poco más semilla
perdida.
Mi hogar siempre has sido tú, sin
paredes ni contratos de alquiler, sólo tú y tus plantas. Desde el retrovisor te
haces pequeña y yo más grande seguro que no pero sí más tijeras que aprenden a
podar un jardín aún de maleza seca.
He notado un puño que llora atravesándome
el corazón al decirte buenas noches y volverte a dejar sola. Creo que aunque me
lo repito a diario me sigo sintiendo en deuda contigo. Sigo buscándote como
hogar, a ti y a tus plantas. A ti y a tus álbumes de fotos. A ti y a tus cenas
improvisadas, incluso en esa casa ajena, con esas personas extrañas, con una
cisterna que no funciona.
Sigo buscando echarte de menos… a
ti y a tus abrazos. No lo consigo. Lo siento. Pero cuando me alejo se me parte
el alma, y mi carne me late, tú me enseñaste a escuchar. Cuando me alejo me
viene el recuerdo de porqué vuelvo. Sigo volviendo, o buscando el camino.
Porque como quien busca agua en
la misma fuente y por primera vez después de mucho tiempo la prueba con sus
labios, eres lluvia en medio del caluroso verano, o fruta dulce después de una
resaca emocional. Y te sigo buscando por eso.
Desde el retrovisor te haces
pequeña pero tu tamaño nunca cambia, sigues siendo una superviviente; y algún día
la deuda será memoria.
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