A veces se necesita tiempo, ver el mundo de otro color; de gris, un gris muy oscuro. A veces se necesita distancia, meses de silencio y algún que otro encuentro imprevisto que nos haga sonreír. A veces se necesita ruptura, de algo; del tiempo, del corazón. Se necesita crecer, aprender a estar solx, a construir caminos. A veces se necesitan empujones, romper con la cuerda que nos mantenía a salvo. A veces se necesita empezar de nuevo, cambiar, dejarnos marcar por almas buenas, por almas malas, por almas propias. A veces necesitamos darnos una oportunidad a nosotrxs mismxs. A veces hay que reencontrarse con nuestro Súper Heroe. A veces se necesitan ver recuerdos, beber de las memorias que nos hacían nosotrxs y darnos cuenta de lo mucho que se puede compartir en poco tiempo; en cómo cada sonrisa contaba y en cómo cada mirada era real al tocarse. Y ahí estaba la amistad, guardada, esperando. Y ahí estaba la amistad, esperando el reencuentro. Y tal v...
Y con todos los días que llevo contados me desvanezco en el recuerdo de unos años llenos de ellxs. Años calados en huesos de piedra que poco a poco han ido tornando en flores de lirio. Y pienso, mientras os miro, que no podría haber mejor destino, mejor final, mejor comienzo.
Me curé las flores con tiritas y miré hacia delante, dejando el infierno a mis espaldas y desnudándome entre ramas secas que me tomaron como agua que sana. Me puse vendas en las raíces que crecían y se rompían con los años, y me bañé en la laguna de unos ojos extraños que me dijeron: “Ven, aquí la verdad es segura”. Y de mis pechos nacieron árboles y juré devolverlos al mar y hacerme mujer de nuevo y reconstruirme con un poco de sal. Y desperté del sueño que había prometido desvelar y me dejé caer sobre sus brazos. Y ahora soy hojas y pájaros y puedo volar. Puedo volar y hacerme marea y mirarte a los ojos y hacerte huracán, bosque y flores salvajes.
Comentarios
Publicar un comentario