M'he mudat per dotzena vegada fa tres dies. I aquest nou pis m'agrada. M'agraden les portes antigues que separen el passadís i les habitacions de les zones comuns, el mirall que ajuda a il·luminar el saló i on recaic més d'una vegada a reforçar la meva vanitat. M'agrada poder estudiar a la cuina, on dona la llum tot el dia; la petita banyera del lavabo que no crec que utilitzi com a tal, la porta corredissa de la meva habitació i tots els llibres que he hagut de deixar a terra, al costat del llit, perquè no tinc on deixar-los.
Chocolate
Un día estaba hablando con mi hermana mayor sobre las debilidades personales, y le expliqué que mi gran adicción, con la que perdía el control absoluto desde bien pequeña, era el chocolate, y que resultaba casi imposible comprar una tableta de este y esperar que llegara entera al final de la semana. Por lo que había decidido, desde bien chiquita, que era mejor no comprar chocolate, no tenerlo en casa y, por tanto, no caer en la tentación de devorarlo en un solo día. Mi hermana me miró curiosa y me preguntó: "Entonces, prefieres privarte del chocolate a gestionar el ansia que te produce, ¿No?". "Por lo que parece sí", le confesé. Y considero que es una de las lecciones más importantes que mi hermana, sin saberlo, me ha dado con una simple pregunta, ya que yo siempre estoy hablando sobre la importancia de la gama de grises a la hora de tomar decisiones, pero la realidad es que siempre estoy, como una pelota de tenis en la pista de juego, entre el blanco y el negro, y...
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