AQUEL LUGAR DE TU MENTE

No se que decir, ni que pensar, ni que hacer. Me he quedado inmóvil viendo este cielo que antes era gris y que ahora es de un azul tan claro que si me fijo bien puedo verme reflejada. Mi rostro esta lleno de sorpresa, y los pájaros que pasan sobre mi, al abrir el pico, hacen sonar voces; voces que conozco. Es la voz de mi madre, de mi padre, de mis hermanos, de mis amigos. Es la voz de todos aquellos a los que amo, diciéndome que despierte, que despierte de esta mentira que me hace querer dormir para siempre. 
Miro a mi alrededor, buscándolos. Si puedo escuchar sus voces, también quiero ver sus cuerpos. Pero a mi alrededor solo hay inmensidad. Kilómetros y kilómetros de tierra oscura, sin flores, sin arboles, sin hierba. Kilómetros y kilómetros de soledad. Pero el cielo sigue siendo azul claro, un espejo. Vuelvo a alzar la vista, y los veo. !Ahí están¡ Por fin. Les grito que estoy aquí, que miren hacía abajo, que soy yo, que les quiero a mi lado, que les hecho de menos. Pero nadie parece darse cuenta. Ninguno me escucha. Solo él. Cuando él me mira lo hace con una sonrisa tierna, y eso hace que yo sonría también. 
Pero no se mueve, sencillamente, desaparece. Abro mucho los ojos, buscándolo. Cuando me doy la vuelta para seguir buscando, me choco contra un cuerpo. Él
Sonrió de nuevo, y le abrazo con todas mis fuerzas. 
-Te he echado de menos-le digo. 
-Nosotros también. ¿Por que no vienes?
-Yo no puedo subir hasta allí arriba. 
Se separa de mi, me da un largo beso en los labios y me acaricia la cara con sus manos. 
-¿A donde vas? 
-Donde tu no quieres ir-dice dejándose esconder por los arboles que ahora nos rodean. 
-Oye-exclamo.-!Oye, vuelve¡ 
Intento dar un paso, pero algo me retiene los tobillos. Son manos. Me horrorizo.
Grito por ayuda, pero nadie viene, nadie tira de mi, nadie me escucha. 


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