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Mostrando entradas de noviembre, 2019

PIEDRA

Repetir la caída y besar la piedra debe ser parte del camino. Me gustaría decir que estoy preparada y controlo el botón de autodestrucción, pero soy igual de humana y me hago picadillos cuando llego al suelo. Y me ensucio la piel con carbón que vuela, y me hago daño con mis propias manías; me retuerzo en mis demonios malcriados   y quiero simplemente dejar de sentirme herida. Quiero encontrarme también en las manos ajenas, y no perderme en tormentas extranjeras. Partirme los labios con este frío no vale la pena. Quiero que sea verano y haga calor entre tus deseos que me recorren las caderas cada noche, cuando decimos que sí, y entre “a veces” nos hacemos un dueto que mejor sin música. Rajarme la carne y romper la madera debe de ser parte de lo que ya sé, de lo que seguiré aprendiendo; y caerme de morros al hielo y sangrar amapolas será aquello que me quede cuando me mires con esos ojitos que esperan y me digas que sí, que el verano entre nosotxrs es eterno. 

EL GRITO

Creo que los celos que le tengo al silencio Me quitan minutos de baile; O por lo menos me hacen querer más ruido, Caos y distracciones varias. Caos y distracciones varias… Como sentirme pájaro Y hacerme arena, Y conspirarle a algún Dios dormido, Que se olvide de mi nombre A la primera de lluvia. Los celos que le tengo al silencio Se hacen eternos cuando En mi cabeza Lo único que escucho Es el grito. 

NUCLEAR

Me miras con esos ojitos de caramelo y me engañas. Me hablas de brazos calientes y me tiras al hielo, como quien deja de ser pequeñe y tira sus juguetes al suelo. Me hablas con tono rebelde y me cuentas tus deseos, y me haces profundizar en tus ideas y me haces parte de ellas y yo me dejo caer; sobre ti y tus besos. Me escuchas y dices que sí; te cuento cosas y tú las entiendes. Y cinco, seis, cuatro días se hacen universo, y mi desapego se jubila por unos segundos. Pero vuelve, tranquilo, que ya me dijiste que a ti te gusta dejar huella y jugar.  Dejar huella, jugar y dejar.  En bucle. Me tocas y me pides labios y me sacas sonrisas, y tu calidez es extraña, quema, y sé por dónde irá pero me dejo doler. Es extraño como la gente impacta en tan poco tiempo y otres insisten en seguir escarbando por un momento de verdad. Es nuclear la manera que tienen algunas personas de calarte hasta los huesos, y hacerte huracán estando pendiente de mentes ajenas.  Y cuando el

BOMBA

Despego como una nave del planeta cognitivo, y aterrizo, casi sin aire, en algo frío, en algo parecido a mi piel, en algo que no tiene colmillos y en algo pálido que está desentrenado. Despego y al principio tropiezo, y me veo desde lejos en espejos ajenos, en bocas ajenas, en abrazos ajenos, pero me hago más yo misma con cada pedazo de cielo que me recorre las carnes, y me hace pedazos. Me destroza. Pero sienta bien. Despego y me desapego. Aprendo a verme de cerca y a reconocerme en cristales antibalas, en la lluvia que tiembla cuando llega al suelo y se hace música; en las farolas con bombillas partidas que desean alumbrar la ciudad. Me recojo del suelo como a una flor en proceso, y me hago cremallera entre mis infiernos y tus lunares, para que el frío no duela tanto, para que la niña que aprendió a gritar siga suplicando por un  minuto más de infancia, por una boca que no duela. Despierto y los huesos pesan. No sé si os ha pasado a vosotres, que os pesan los hueso

REZARLE

Me has sacado a la superficie sin avisar. Me has dado plata y me has dicho de enterrarla en algún lugar seguro, pero no hay tal lugar aquí. No hay tierra que no haya sigo escarbada por manos impacientes. Y me he cansado de rascarte la piel en busca de oro. Me retuerzo entre tus ideas y crezco, aunque sea irónico hacerse fuerte en un espacio pequeño he aprendido a romper el cristal.  Dame aire. Me cuesta respirar. Otra ironía. Y con los puños clavándome la piel, y con los ojos suplicándole al cielo, y con la sonrisa marchita después de tanta marea, y con las mejillas llenas de sangre... Rezo. Te rezo. A ti, que naciste sordo. A ti, que me miras y crees ver otra maceta donde plantar soledad. Hasta los ovarios estoy de ser jardín, de ser hierba seca que se riega con palabras buenas que tornan en espinas cuando truena.  Quiero desierto. Dame arena y sequía, solo por un día. Rezo. No sé cómo se hace y eso de juntar las palmas suplicándole a un Dios que nunca me ha mostrad