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Mostrando entradas de febrero, 2021

ANSIEDAD SOCIAL

Nunca había pensado que la ansiedad social era algo que me pasaba. Pero sí, hoy lo he visto claro, y ya lo llevaba arrastrando desde hacía semanas. Una amiga me ha dicho hoy que no es tener vergüenza de estar con un grupo que no conoces, sino sentir que el grupo no te quiere ahí. Y pensaba que lo que yo tenia era mera vergüenza, pero no. Mi constante deseo de aprobación se traslada a grupos grandes y pequeños hasta el punto en el que me pierdo entre las multitudes de numero ambiguo y dejo de saber porqué existo en ese espacio. No me encuentro entre esas personas; ahora ni siquiera con lxs que siento que son mi familia.  Me hago pequeña e intento formar parte pero tropiezo y por alguna razón, que al mismo tiempo intuyo que hay un poco de verdad y mentira, siento que al grupo tampoco le importa si me voy o me quedo. Me vuelvo invisible y dejo de ser alguien a quien importe saludar o de la que importe despedirse.  Y ahora ya no me encuentro tampoco en mi familia; he perdido el rol interno

MADRE

Mi madre tiene unos ojos verdes que cuando los miras puedes ver su niñez y juventud de golpe, puedes ver lo bonita que es con solo prestar atención a la belleza que lleva dentro y que cuenta historias geográficamente complejas y románticamente complicadas. Cuando sonríe el mundo chispea y puedes ver a todos los hombres y mujeres que la han amado y ofrecido tiempo y cariño; puedes ver a mi hermana, la historia que las separa y las une; puedes ver dolor, horas en llamadas internacionales por teléfono; puedes ver su amor por ser abuela y su amor (no innato) por cuidar y dar buenos abrazos. La escuchas reír y el mundo tiembla como lo hacen los corazones cuando se sorprenden; es como un latido en un parque de atracciones, que no tiene miedo a despegar pero tocar el suelo siempre ha sido un reto, por lo de acostumbrarse a tierra firme y todo eso... 

COMERNOS LA BOCA Y DEJARNOS DE HISTORIAS

Me impregna este deseo inhumano de tenerte cerca sin hacer nada en especial, dónde la cama se convierta en el campo de batalla con el mayor número de claveles que jamás se haya visto. Me arranco la piel y la cubro de tinta negra y me acaricias y me enciendo como una cerilla, y me niego a perder la mecha que me prendió en primer lugar; así que habrá que mantenerse cerca. Me dejaré consumir aquí, sin cojines y con las sábanas sudadas, y aprenderé nuevos idiomas donde se tuerza la lengua al hablar, pa’ que te pierdas entre mis pliegues de manera pausada y sin prisas. Pa’ que me desnudes con la mente, que a veces falta y es lo más importante. Despacio te lameré la boca, serás un cachorro entre mis senos y te prohibiré alejarte. Quédate. Va, quédate un rato más. Y qué haré cuando quiera perder el camino recto, cuándo me quiera dejar consumir por el fuego, y me sienta laguna. Qué haré si este océano cada vez está más dulce y las metáforas, para describirte, se están quedando cortas y me