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Mostrando entradas de junio, 2019

EL VESTIDO AZUL

Cuelga un simple vestido azul oscuro de los dos pestillos de las puertas de madera blanca de mi ventana. Es una ventana simple que da a una galería cerrada donde están la lavadora, la nevera y las basuras, a parte de algunos colchones y algún par de mesas que no se usan. El vestido me llega por encima de las rodillas, se ajusta a mi pecho, y es fácil de quitar si llegara el momento. No tengo plancha con el que alisarlo, pero no me importa demasiado, la verdad; porque cuando doy vueltas parezco una campana y me hace una cintura bonita. Hay una gorra con mi apellido grabado en letras rojas detrás de dicho vestido, la gorra estaba ahí antes; el vestido me recuerda que mañana, para salir a bailar, en realidad quiero ponérmelo, aunque no me pueda poner el pintalabios rojo que me quería poner porque el rojo con el azul no me acaba de convencer. Está ahí porque quiero que mi primer pensamiento cuando despierte sea que quiero sentirme imparable. Está ahí porque ya me he imaginado co

IF I ASK

If I ask, you will explain me something about the weather, something about the food you ate last night, about the new cloth you have. If I ask, you will wait a positive reaction, although I may not have one; although maybe I really don’t want to ask. But if I do, if I ask, I want painful answers. I want to see your soul, how it breaks while you remember, how it heals. I want real feelings. I want you to turn a wave and I want to be the rock that receives the image, the impact, the feeling. I want to swim through your mind, I want you to feel safe around my questions, but I want you to respond with honesty, and honesty is heavy for our souls. And the most probably is that, in the end of the day, I will know about you all the things that construct you like a person, but I will continue being unknown for you, because you don’t like asking, you like to talk about yourself, and I have confused feelings about it. I have them because I like to listen to you; I like to be mor

LABIOS PARTIDOS Y VINO EN LA PIEL

Tengo los labios partidos, la piel llena de vino y los ojos perdidos en la acción de consumo de mi propio cuerpo, como una colilla que se quema poco a poco y finalmente se cae, mezclándose con la construida suciedad del suelo. Como una oleada de espíritus mis venas se apoderan de la tierra que nace bajos mis pies, y me doy calor y me doy placer. Descubro nuevas formas de querer, de tocar, de amar. Y me convierto en río y me lo tatúo en los ojos; tu luz, tu sol, tu voz. Me quemo entre personas frías y con una sonrisa me reencuentro con bellas almas que tal vez no me dieron vida pero si tiempo; tiempo consumido, tiempo guardado, tiempo reciclado. Personas extrañas a primera vista, un universo entre planetas que buscan alguna fuga de aire. Los labios partidos. Me sangran. La piel hundida en vino. Renazco. Ojos perdidos. Cuerpos que se dan calor y que responden con orgasmos a las mañana calurosas de verano. Cuerpos fundidos.

APRENDO A CAER

Hay gente que es bonita y no se esfuerza, y yo tengo mucha rabia dentro. Y me asusta y me dan miedo mis propias manos. Hay gente que atrae a otra gente y es amada y adorada en pocos segundos, porque tienen algo que brilla y permite brillar, algo que hace que la cara sea perfecta y que les queden bien todos los peinados que se hagan. Hay algo en esas personas que desearía tener yo, un no sé qué con el que me hubiera gustado nacer. Me he pasado la vida comparándome y viéndome insuficiente. A veces alcanzo la gloria, pero otras caigo en picado y me consume la rotura de huesos cansados de curarse solos; me quedo sin vendas poco a poco, y el alcohol me revienta las entrañas, me hace olvidar… pero nunca es, como yo, suficiente. A veces caigo en picado y me hago cena para los buitres, que me miran desde lejos, sin ver belleza y sin ver calidez, únicamente un cuerpo en el que descargar, encontrarse o agrandar el ego. Y mi cuerpo se distorsiona con el tiempo; con la vista puesta en e

LEJOS

Aprender a amar a la gente en libertad y aprender a dejarse cuidar. Aprender a reconocer el dolor impuesto, hacerle frente y despedirse de él. Aprender a recibir el amor, la ilusión o el deseo, y jugar con los tres y hacerse grande entre ellos. Aprender a soltar y a dar la bienvenida, entre abriendo los brazos, el corazón, las piernas; dejarse llevar, al final, por la cabeza. Aprender a estar a solas, mirarse en el espejo y sentirse lluvia otra vez, sentirse mar en cólera y nacer sirena. Aprender a olvidar. Aprender a desprenderse. Curar las heridas, lamerse la piel, hacerse el amor y sanar la maldad. Aprender a cantar en la ducha, compartir agua caliente, untarse en jabón y sacarse las rojeces. Aprender a romperse; verse sola entre vapores pesados que encrespan la mirada, en montañas cortadas por uñas a medio pintar, y en mares abandonados dejarse mecer. Aprender a rezar. Juntar las manos y crear fe. Crear fe. Crear fe… Juntar las manos, los dedos y tocarse. Tocars