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Mostrando entradas de septiembre, 2018

ME GUSTAS

Me gusta de ti tu mirada del mundo, que nunca es mala ni juzga ni intenta doler. Me gusta de ti que todo te fascina: el cuerpo, la mente, la tierra. Me gusta de ti que mezclas sabores, texturas y temperaturas a la hora de cocinar, y que lloras cuando algo te emociona. Me gusta de ti tu calidez y tu forma de hablar, que no tiene prisa, ni pauta ni ganas de ganar; que simplemente cuenta y te hace viajar. Me gusta de ti tu incapacidad para guardar secretos, tu falta de mentira, tu honestidad. Me gusta de ti todo lo que tenga que ver con hacer tiempo juntos, con perdernos entre playas que llevan contigo toda la vida, y descubrir caminos entre los dos, "callejear(nos)". Me gusta de ti tu fe, tu fe hacia la amistad y hacia el amor. Tu fe que a veces tiembla pero siempre consigue volver al corazón. Es la fe por uno mismo, por lo que se adora, por la que se lucha. Es una fe de vida, de seguir, de superarse, de dar, de saber recibir. Me gusta de ti nuestra historia, el &quo

SOBREVIVIR

Estoy cansada de sobrevivir; de dar a la vida una vuelta una y otra vez y perder el camino en el que con tanta ansia estoy intentando hacer raíz.                             Estoy deseando el caos, pero cuando llega me asusto y vuelvo a ser niña que te mira de lejos apretando el puño, con rabia y angustia de no saber qué hacer, de querer gritarte y decir: “Ponte en pie de una vez”. Y te pones en pie, pero con tus reglas, luchando para sobrevivir, conmigo a cuestas, contándome tus penas, llorando con la puerta abierta…                  Y mis ojos de infanta te observan y piensan que aunque la hija soy yo tu eres más mí hija que mí madre, y que dejarte sola sería otra forma de perder, de tener que sobrevivir de nuevo en esta selva que no perdona a nadie. Así que te sigo a todas partes y me olvido de mí, me acerco a ti a contracorriente, odiándolo todo en silencio y con la vergüenza de mirarte a los ojos; refugiándome en tu memoria cuando hace frío y deseando verano sin ti.

LA MUSA DE

Ser la musa de alguien. Ser el laberinto más dulce de todo cerebro ateo en el que me sienta bella cual Diosa griega y en el que sin tocarnos las pieles se respire el deseo. Ser simplemente la musa de alguien, y verme a mí misma vestida en vestidos de seda, sábanas blancas y pinturas de todos los colores, así, con todas las contradicciones y malestares de una vida perfectamente ordenada y hecha para ser musa.  Ser la musa de alguien y porque no, que alguien me adore y adule hasta que se haga domingo y haya a otros a quienes proclamar culpables. Ser la musa de alguien y convertirme en perdición sin perdices; ser la musa de alguien y perderme entre páginas blancas, entre sueños dormidos que se cuelan cual arena entre mis dedos y me recuerdan, aunque yo no lo haya pedido, que mi tiempo la belleza me quita.  Ser la musa de alguien y compadecer a los solitarios… y hartarme, y gritar un respiro, y sentirme libre entre brazos que me aprietan; una cárcel de suspiros rotos y p