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Mostrando entradas de febrero, 2022
La versión corta de las palabras es aquella que sale mientras se tiembla. Es como un calambre que no te deja continuar con lo que querías decir; se te entrecorta la voz y los ojillos se te cierran.  La versión corta de las palabras es aquella que se dice a la verita del oído, flojito, casi como si fuera un secreto dicho a gritos por dentro. Por que cuando acortas las palabras se convierten en otra cosa; se convierten en poemas cortos que parecen gemidos. 
¿Sabéis cuando estáis pasando por una buena época y de repente la inspiración se va a la mierda? Parece que cierre la puerta con llave, la tire al mar y me diga, venga, vive, y cuando te vaya mal, hablamos. Pues más o menos, por ahí estamos. Y es que de repente todo ese discurso que tenia de mi misma sobre yo siendo una supernova, pues resulta que es verdad. Que estoy en mi casa, sin hacer una mierda durante todo el día, y me siento de puta madre, como si hubiera salvando el mundo aquella misma mañana después del desayuno.  Spoiler: No. 
Todo se hace pequeño, y pequeño se queda cuando me dices que te asusta el rubor de mis mejillas, que cantas a escondidas, y te duchas con agua fría.  Todo se hace pequeño; y pequeño se queda cuando tiemblas muy cerca y no te puedo arropar. Cuando no puedo besarte la frente y darte las buenas noches.  Pequeña, como un insecto, orgánica y pulida por todo lo que no nos decimos.  Todo, contado al revés, pensando hasta tres, y dicho de mala manera. Se queda profundamente dormida, con los ojos medio abiertos, esperando la guerra, la sangre, la muerte y la paz.  Pequeña, llora tranquila, que se hace de día y sigues aquí, entre las sábanas de quién no te quiere acariciar las ojeras, o acariciar los pliegues del cuerpo que te hace mujer.  Pequeña, corre tranquila, que corriendo se despista a quien no sabe querer.

VIOLONCHELO

No quiero discutir sobre qué curvas son las más bonitas, no me atrevería a jerarquizarlas ni a priorizar algunas por encima de las otras. Pero sí quiero decir que la curva de mi espalda baja, aquella que gira antes de llegar a mi culo, es una de las más bonitas que he visto; además de la curva que rodea mi cintura y se hace una con mi cadera, haciendo que parezca un reloj de arena difuminado por acuarelas, los cambios de estación y las experiencias. Esas curvas, que antes me parecían ajenas y sucias, ahora son la autopista que querría recorrer cada mañana si me viera desde fuera. La curva y los pliegues de mi ingle al sentarme, o la curva ovalada de mi pecho al reposar en mi piel blanquecina. No sé… parecen arte. Y no podría decir que unas curvas son más bonitas que otras, ya que la curva de mi sonrisa tampoco esta mal; pero la curva que define mi cuello, que reposa en mis hombros manchados de pecas y de textura suave, o los pliegues que mis dedos delgados hacen cuando me aprieto los b

AMOR

De pequeña creía en el amor ciego e inquebrantable. Creía en las medias naranjas y anhelaba con una fuerza desmesurada pertenecerle a alguien. Leí muchas novelas que me enseñaron a desear el amor por encima de cualquier cosa, y me aislé, como lo hacen los animales durante el invierno, en mi pequeña cueva de expectativas y sueños ficticios. Cuando me enamoré por primera vez fue un amor de fuego, irresponsable y lleno de lagunas. Me enamoré de la idea del amor y me perdí buscando el "nosotros". Me convertí en otra persona, y me olvidé por completo de que para amar a otros tienes que saber amarte a ti misma. Cuando me enamoré de Alex yo seguía siendo yo, pero empecé a entender las canciones. Me enamoré a fuego lento; bailábamos en la cocina y en secreto quería ser su musa fuera y dentro del escenario. Quería ser su futuro, su brillo en los ojos, la letra de alguna canción improvisada a las dos de la mañana.  Me enamoré de la idea de ser de alguien, de la ilusión de compartir