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Mostrando entradas de diciembre, 2018

UN ALMA BELLA

Hoy un alma muy bella ha tocado la armónica en el metro. Se ha sacado la mochila, ha bebido un poco de agua, y con los ojos náufragos, tal vez un poco ebrios, y una sonrisa, ha empezado a sacar aire sujetando con delicadeza el instrumento con ambas manos. “Buenas fiestas y buena vida”, ha dicho mirándome a mí y al resto de habitantes de aquel vagón.                 Ha tocado para regalarnos música; para darnos un momento de sonrisa. Ha tocado porque debe de ser lo único que le queda, o lo único que, tal vez, ha decidido tener en su vida. Nos ha regalado unas palabras, unos minutos, un cuerpo cansado de vagar entre miradas más pérdidas que la suya. Entre ojos que no ven y entre oidos que no escuchan.               Repito, nos ha regalado música. Nos ha regalado su música. Y nos hemos mirado con ternura, como si pudiéramos vernos el alma a través de los ojos. Como si pudiéramos entender la historia con solo una sonrisa. Como si todo fuera fácil. Siendo él persona, siendo

NO PODRÁS CONMIGO

Cuando la Tierra tembló mis manos temblaron con ella. Y mi sangre se hizo más espesa y mi corazón te miro pidiendo consuelo.                Cuando el Mar quiso hundirnos solo pude que anclarme bajo tus pies y rezarle al ángel más próximo que si el agua me engullía que me engullera entera, que no dejara sombra ni mal ni envidia. Que se me tragara toda con todo puesto. Cuando el Sol quiso quemarnos la piel yo di mi cuerpo en venta al Cielo y me dejé hacer, como una nube, que va de lado a lado sin hacer ruido. Me dejé hacer cual animal marino que soy, me dejé mecer, y me dejé morir.               Y cuando la Luna quiso hacernos ceniza me revelé cual Fénix y juré amor eterno al cielo nocturno y a las estrellas que tan poco a poco han ido desapareciendo. Y cuando vengas tú a cobrarme seré ruina, sirena, trueno y memorias. Y no podrás conmigo.

EQUILIBRIO

Todxs lxs niñxs  buscan algún lugar alto en el que subirse. Algún banco, alguna silla, algún muro. Y todos los padres y madres se escandalizan cuando se suben, cuando lxs ven irse. Les dicen que bajen, que es peligroso, que se caerán, que llorarán. Yo, a mis siete años y con unas ganas de trepar tremendas todo aquello que fuera diez veces más alto que yo, tenia la libertad de subir donde quisiera subir.  "Extiende tus brazos y mantén el equilibrio", me decia mi madre desde el suelo, con esa voz de ternura y confianza que me hacía sentir capaz de todo. Con siete años y viviendo en un pueblo tan pequeño en el que apenas creia que pudiera haber nada más, mantenía el equilibrio tal y como me había aconsejado mi madre, ella con esos ojos de experiencia y mil viajes y subidas. Mirándome con ojos de pájaro sabiendo que el viento se me llevaría en algún momento u otro, pero que de momento se mantenia conmigo.  Mantenia el equilibrio sin pensar en la altura y sin pensar en e