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Mostrando entradas de febrero, 2019

PARECE

Parezco ser yo la enfermedad, el virus que consume y destruye sin cura ni paciencia. Parezco ser yo el otro lado de la canción. Parezco ser yo la lágrima que no acaba de caer; la tormenta y el huracán que tragan nidos de amor y engulle hogares de paz. Parezco ser yo la infección… el error, la palabra mal usada y el baile sin preparar, el tobillo torcido, la caída de cara. Parezco ser yo la que mira al mundo a los ojos y tiembla, sin remedio y sin pastillas que tragar.  Yo. Ego. Caos.  Parezco ser yo quien rompe la risa y detiene la mañana cuando está en su máximo esplendor, que viene a darme la bienvenida y yo le cierro la puerta en las narices; como a un viejo fantasma. Una pesadilla infantil. Una cortina rota. Parezco ser yo la del otro lado del espejo. Tan cansada y confundida. Buscando en los rincones trozos de alma intacta. Aquí hay mucho mar y muy poca sal. Apenas puedo flotar.   Sí, realmente parezco ser yo. Sí. Parezco ser yo. La que baila y no se deja llevar,

PRESCINDIR

Hay que saber prescindir. Prescindir del pelo, del pendiente, del pañuelo, de la ropa. Hay que saber prescindir para así liberarnos de todo aquello que nos ata a la tierra, que nos hace pesados de sostener. Para poder ser un poco más aire, para poder ser un poco más mar. Más Pez. Hacer raíces en el cielo, como decía Galeano.                Respira. Se cuerpo, se mente y se testigo de lo que hay más allá de los sueños. La Tierra. El Cielo. Más allá. Prescindir de la vida y de la carne que envuelve estos huesos usados, cansados de pelear –los míos-, es probablemente la mayor de las batallas... abandonar el orgullo contra el/la otrx. No es una batalla infinita pues el cuerpo es sólo eso, algo de lo que cuidar y de lo que saber prescindir. Algo de lo que finalmente despedirse (me lo aconsejó un monje). Prescindir de la felicidad como estado de vida , de la libertad como estado de vida , de la armonía como estado de vida . Hacerlas un estado de ánimo.               

LA NIEBLA

Se levanta la niebla. Los pájaros callan. No es de noche pero me ha llegado el sueÑo. Mi sueño. Ha esta ventana de madera vieja, y ventanas que no dejan pasar el frío.  Y no sé si soy yo o me tiemblan las manos cuando pienso en su nombre en mi boca; cuando pienso en tragarme su aroma y su piel y el color de sus ojos. Sins pausas para cojer aire. No sé si soy yo o la mañana esta empezando a jugar conmigo, quitandome horas y despertandome antes de lo previsto, para decirme que no, que hoy toca madrugar, que hoy toca olvidar, que hoy toca quererse de nuevo. Esos rayos de sol que con tanta dulzura me calman el rostro, seco y cansado de tanta guerra, no sé si son ciertos…                Esta niebla que no deja ver... que no deja ver nada más allá de ella misma. Puedo escuchar y puedo oler, pero no puedo ver. Ni a la luz ni a lo que está detrás de esta. Todo está lejos, muy lejos; tan lejos que me tiemblan las manos de nuevo. Esta niebla que solo nos deja ver alejarse la paz,