LOBO EN CORDERO

Se me atragantan tus pecados. Tus manos pálidas y frías me recorren el cuello, haciéndome despertar de esta pesadilla para adentrarme a una de nueva. Una pesadilla explicada con dolores, sufrimientos y errores.
Me atraganto... me veo envuletx en este mar lleno de horas que nunca llegaron a ser días. Me atraganto en este cielo tan apagado y melancólico que nunca llego a ser acariciado por el sol que nos acaricio a nosotros hace ya mucho tiempo.

El sentido de esto, de esta vida de la cual nos apropiamos, se ha ido convirtiendo en un misterio que nadie quiere averiguar; nadie quiere destapar las verdades de su sueño y darse cuenta que las mentiras se están descuartizando poco a poco.
Nadie quiere saber quien es, porque es más fácil ser lo que los demás quieren que seas.
Nadie quiere afrontar la realidad porque nos sentimos más cómodos en este mundo paralelo que nos engulle tal como lobo engulle al conejo.
Somos el pobre conejo que no sabe lo que se espera al salir de su madriguera. El lobo nos espera. El lobo nos asusta. El lobo nos canta canciones de pena, y caemos en su trampa una y otra vez, preguntándonos ya muertos, cómo confundimos esos cantos con los llantos de nuestros seres queridos.
Nos engañamos, ignoramos nuestra carne, nuestra piel, nuestro espíritu. Esperamos, como en los libros, ser rescatadxs por alguien que nos haga ver la valía de nuestros corazones.

Despierta. El único que puede convertir al lobo en cordero, eres tu.

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