DOMINARME

Me dejaría dominar por aquello que nunca seré. Contaría los minutos en que se acaba el día y soñaría con la tormenta perfecta.
Me dejaría arrastrar por la arena mojada, pesada y desordenada en las profundidades del mar.
Me dejaría dominar por el sentido del viento, que desmontaría los vestidos mentales de mi primavera.
Hablaría en metáforas; me dejaría embarcar en un viaje de indecisas historias falsas que no me llenarían la cabeza de verdades, y me daría igual.
Hablaría con las hadas después de un chute de realidad y fantasearía con la idea de perderme en el cielo, donde los ángeles se rindieron con los humanos.
Me abalanzaría al vacio, rozaría su más alta montaña y me burlaría de todo aquello que deje atrás. Me burlaría de mí, por ser tan ingenua y dejarme engañar por mis propias mentiras. Y ahora volverme a levantar, renacida.

No me rendiría ante la idea de la libertad, y quebraría tiritas echas de metal.
No es tan fácil quererse, admitir, respetar, avanzar. No es tan fácil perdonarse, perdonar.
Escucharía la música que rezuma en mis oídos al anochecer, y le suplicaría al demonio que me llevara con él.
En las profundidades de la mente aguarda somnolienta, hambrienta y triste la pobre primera mujer que dejo tras su única verdad. 

Eres libre.  Eres libre si así quieres serlo, sí deseas por fin despertar a las doce y seguir en la cama hasta las tres de la tarde, sin comer, sin respirar, sin quejarse. Con el sol de tu parte. 

Besame. Arráncame la ropa diablo y júrame lealtad, que no hay otra cosa en la vida que me haga más ganas de suspirar.
Besame diablo que ya nos queda poco tiempo. Huyamos juntos a cualquier lugar, lejos de este infierno que creo tu padre.

Besame diablo, que ya vas tarde. 

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