VIVE, LUEGO ME CUENTAS

No hay tiempo para sueños. No hay tiempo para pensar. No hay tiempo para crear. 
No hay tiempo... 
No hay tiempo para la paz a pesar de ser paz lo que necesitamos. 
Comprensión en las calles, amor en las casas, besos en los labios. 
No hay tiempo para hablar pero si para escuchar palabrería ignorante y vacía. No hay tiempo para aprender, pero si para estudiar. 
No hay tiempo para llorar, pero si para cubrir las ojeras causadas por la tormenta. 
No hay tiempo para la tristeza, hay demasiado por hacer; demasiado por hacer por los demás, por extraños lejanos que no se quisieron aprender nuestro nombre, ni nuestro mar, ni nuestro pesar. 
No hay tiempo para aceptar, pero si para juzgar. 
No hay tiempo para sentir, y sin sentir, dejamos de ser. 

Lo curioso de quedarnos sin tiempo es que el tiempo es infinito; la ironía esta en como el tiempo no tiene hora, ni minuto. La ironía esta en creernos la mentira que nos cuentan sobre nuestra libertad, y cuando tenemos libertad, nos despedimos. 

No esperes. No vivas tu vida como si fueras a morir mañana, y si lo haces, intenta no vivir con prisas. 
Vive porque hay que vivir, sin cadenas, sin represiones, sin prejuicios, con amor, con risas y sonrisas. Vive porque hay demasiadas cosas en este mundo como para conformarse. Vive con respeto, con conciencia, con verdad. 

Vive. Simplemente vive. Luego me cuentas qué tal. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Aprendo (a veces)

DOMINARME