CADA MINUTO DEL DÍA

Nunca me he preguntado a que sabe el viento para los pájaros o el agua para los peces; siempre he pensado que simplemente eran cruciales elementos de mi existencia y de todos los otros seres vivos.
Pero ayer, cuando tenía tu cuerpo a menos de un centímetro podía escuchar como tu pecho se inflaba cada vez que inspirabas. Podía ver tus labios, tu cara, tus hombros; podía oler tu sudor, tu olor corporal, y me pregunte si es así como se tiene que sentir tan maravillosamente bien, como si lo hubiera estado esperando durante toda la vida: el no poder dejar de pensar en ti cada minuto del día. Estoy haciendo cosas pero en un rincón estas tu repitiendo los momentos que hemos estado viviendo estas últimas semanas.
Y das vueltas en mi cabeza una y otra vez, y quiero escuchar tu risa numerables veces, infinitas veces.
Y quiero ver tus ojos llenos de asombro y curiosidad y ganas de vivir la vida. Y veo... en tu mirada puedo ver la honestidad, el amor que tienes hacia las personas, hacia no querer herirlas.
Y cuando sonríes... es como... que sonrío yo también, no puedo evitarlo; tu sonrisa es contagiosa; es grande y profunda. Y tu interés por todas esas cosas que siempre me han gustado y que nunca he podido compartir con nadie.

Y te acercaste tanto... que estuve a punto de preguntarte si estabas perdiendo la voluntad; la fuerza de voluntad que nos mantenía a los dos alejado por respeto... a ella.

Y por primera vez desde hace mucho... me da miedo irme. Me da mucho miedo dejarte, no estar contigo, sea de la manera que sea; aunque tu al final decidas estar con ella... me da igual. Quiero seguir tomando helados, yendo al bosque, escalando árboles... bueno, viéndote escalarlos. Y tal vez algún día me atrevo yo a subir.
Me da igual lo que vaya a pasar, porque es que no puedo dejar de pensar en ti... lo hago todo el tiempo y me sale la risa floja...
Y tu amor por los abrazos... me calman; podría estar horas abrazándote.

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