CARRETERAS

Mi cuerpo desnudo se asimila al caos mental que mi cabeza cultiva desde 1999.
En la primera esquina encuentras curvas con poca visibilidad, borrosas y aún por destapar que me susurran el nombre de un acontecimiento que me abstiene de mi sexualidad.

Cuando tomas la siguiente salida te encuentras con una subida interminable y una bajada más corta que la Semana Santa. Se trata de una subida que me recuerda continuamente que solo seré suficiente para mi misma, y a veces ni eso...
Me recuerda continuamente que a veces me despierto hambrienta de vida y otras simplemente quiero padecer el olvido propio.

Mis ojos se han acostumbrado a ver la sombría zona hueca de mis caderas. La ironía está en que mis caderas están llenas de lagunas y mis pupilas están ciegas por el tormento de todos los días.

Se me resbalan entre los dedos las ideas y creo desaparecer entre la arena montada de mi comida favorita.

Y vuelvo a ser una niña impaciente, con carácter y sin complejos. Me miró en el espejo y creo verme mañana; con otra ropa, con otra cara. Otra yo.

Mi cuerpo es mío y mi caos se convierte en poesía y todas las carreteras acaban en AMOR.

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