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Agua… Todo lo que veo es agua entre algas. Algas largas, delgadas y bailarinas que se mecen como cunas entre ola y ola. Yo también me mezo, e intento salir de la rutina que me arrastra pero mis brazos no tienen suficiente fuerza y mis piernas se han cansado de darme aguante.
Creo estar avanzando pero cada vez me veo más lejos.

Y una corriente me arrastra con violencia hacia el principio; arrastra todo mi cuerpo de masa insignificante hacia el principio de mi nado. Lucho con todas mis fuerzas pero no hay que luchar contra algo que jamás vas a poder ganar.

Así que mi cuerpo sabe que se tiene que dejar llevar por la corriente y me hace cerrar los ojos.; si los cierro con fuerza puedo ver otra cosa, otro mar; un mar en calma. Me mezclo con las algas, con la espuma, y dejo de ser mi piel y dejo de ser mi alma. Soy mar, soy sal y soy olvido.
Una puerta delante de mí aparece y me indica el camino.


Una puerta... En medio de la corriente.


A mi piel la araña el coral y aunque cada vez me aleje más de dónde quería ir la puerta sigue estando delante de mí. Una puerta vieja de madera gastada, sin barnizar, sin cuidar. El pomo tiene forma esférica. Alargo ambos brazos para intentar llegar hasta ese pomo plateado y brillante, pero las olas interiores no me dejan. Apoyo mis pies desnudos en los corales que anteriormente habían herido mi carne y hago fuerza -toda la que me queda- en empujar mí pesado cuerpo hacia la puerta. Cuando mis arrugados dedos consiguen agarrar el pomo se aferran a él como si hubiera dejado de existir algo más importante. Acerco todo mi cuerpo a la madera e intento abrirla.


Una puerta... En medio del mar.


Y entonces, como cuando te acuerdas de lo que ibas a coger cuando ya te has ido, recuerdo que me quedo sin aire. Mis ojos medio muertos, ahogados por la sal, miran con agonía la puerta que no cede. Mi boca, pálida por el frío de la corriente, deja salir sin esperanza el poco aire que guarda y mi piel se marchita como las flores en invierno.

Cuando el último suspiro de aire sale de mi cuerpo miro al cielo o a lo que creo que debería de ser el cielo y me pregunto, por muy estúpido que sea, si el cielo es azul por el mar o el mar es azul por el cielo. Pero el mar no es azul... Es negro. El negro más oscuro de todos. Es el silencio más ignorado por todxs, la soledad más temido de todxs.

Y veo alzarse la burbuja con mi vida, y por primera vez, la puerta se abre y puedo volver a vivir.

Respiro.






P.D.:Viajando en tren mi alma se abre 

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