EQUILIBRIO

Todxs lxs niñxs  buscan algún lugar alto en el que subirse. Algún banco, alguna silla, algún muro.
Y todos los padres y madres se escandalizan cuando se suben, cuando lxs ven irse. Les dicen que bajen, que es peligroso, que se caerán, que llorarán.

Yo, a mis siete años y con unas ganas de trepar tremendas todo aquello que fuera diez veces más alto que yo, tenia la libertad de subir donde quisiera subir. 

"Extiende tus brazos y mantén el equilibrio", me decia mi madre desde el suelo, con esa voz de ternura y confianza que me hacía sentir capaz de todo.


Con siete años y viviendo en un pueblo tan pequeño en el que apenas creia que pudiera haber nada más, mantenía el equilibrio tal y como me había aconsejado mi madre, ella con esos ojos de experiencia y mil viajes y subidas. Mirándome con ojos de pájaro sabiendo que el viento se me llevaría en algún momento u otro, pero que de momento se mantenia conmigo. 

Mantenia el equilibrio sin pensar en la altura y sin pensar en el miedo y placer que me daba la idea de caer. La idea de volar y dejarme abrazar por ella. La idea de ser viajera como ella y la idea de ser belleza como ella lo era.



Nunca me caí. 


Me caigo ahora, cuando me olvidó de mantener el equilibrio.

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