UN ALMA BELLA

Hoy un alma muy bella ha tocado la armónica en el metro.
Se ha sacado la mochila, ha bebido un poco de agua, y con los ojos náufragos, tal vez un poco ebrios, y una sonrisa, ha empezado a sacar aire sujetando con delicadeza el instrumento con ambas manos.
“Buenas fiestas y buena vida”, ha dicho mirándome a mí y al resto de habitantes de aquel vagón. 

               Ha tocado para regalarnos música; para darnos un momento de sonrisa. Ha tocado porque debe de ser lo único que le queda, o lo único que, tal vez, ha decidido tener en su vida.
Nos ha regalado unas palabras, unos minutos, un cuerpo cansado de vagar entre miradas más pérdidas que la suya. Entre ojos que no ven y entre oidos que no escuchan.

              Repito, nos ha regalado música. Nos ha regalado su música. Y nos hemos mirado con ternura, como si pudiéramos vernos el alma a través de los ojos. Como si pudiéramos entender la historia con solo una sonrisa. Como si todo fuera fácil. Siendo él persona, siendo yo oyente de canciones como las suyas.
Nos hemos mirando y nos hemos caído bien. Nos hemos hecho pasar por amigxs por unos segundos y nos hemos dado consuelo. 


“Buenas fiestas y buena vida”. 


Y he sido cobarde. Porque aún y esa mirada llena de fe, no he podido preguntarle su nombre. No he podido decirle gracias. Todo y su corazón lleno de calidez, a la espera en un simple tren, yo he sido cobarde y no le he sabido decir lo que me hubiera gustado decirle. 

“Que bella canción”
“Que bella mirada”
“Que bella voz la tuya al desearme buena vida”

Algo así. Cualquier cosa así. Y he sido cobarde. Todavía lo soy, estoy en proceso.

Chico de la armónica y ojos nómadas, estés donde estés, te deseo buenas fiesta y buena vida.






23 de diciembre de 2018 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Aprendo (a veces)

DOMINARME