DERRITES MI CORAZÓN

Derrites mi corazón. Haces temblar la planta de mis pies y la tierra bajo estos te seguiría a todas partes. Dejaría la raíz y te seguiría a todas partes. O eso hubiera hecho antes.

Derrites mi corazón. ¿Cómo decir en palabras buenas que ya no te necesito, que no dependo de ti, que puedo vivir sin ti, que ya no eres el centro, el núcleo, el principio ni el final de mi historia?  Ahora mis ojos se abren y descubro un mundo entero para mí, que grita mi nombre. Mi universo de repente se ha hecho más grande y necesito mis dos manos para sostenerlo.

Veo las posibilidades en línea recta, que me retan, a jugar, a dejarme llevar. Y necesito mis dos piernas para llegar hasta allí. Hay tantos colores ahora; inspiro y expiro como si fuera la primera vez, y me río. Necesito mis dos ojos para ver lo que ocurre. Derrites mi corazón. Sigues deshaciéndome. Pero ahora me mantengo firme sin ti. Me mantengo en pie sin ti.

Hay tanto miedo y dolor ahí afuera que apenas me reconozco a veces. Me confundo, me niego, me peleo conmigo misma y grito, reclamo un final feliz. Exijo un día sin peso, sin maleta, sin confesiones, sin nada que decir. Pero no. Hay maleta y hay peso. Y me mantengo en pie. Sigo de pie. Y tú me sigues deshaciendo, a pesar de no necesitarte, de poder estar fuera de la burbuja. A pesar del miedo y la proyección.

Derrites mi corazón. La distancia se convierte en una palabra lejana que no sé qué lugar tiene en este pedestal en el que ahora estoy yo. Sólo yo. Aquí arriba, sintiéndome grande, sintiéndome parte de algo. Y queriendo formar parte de ti también. Con maleta y peso sobre mi espalda… que a veces se rompe la correa y tengo que irme a llover; que a veces tengo que irme a pescar momentos a solas. Con maleta y peso, todo a la vez.


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