ESTO Y MUCHO MÁS


Hay fronteras. Siempre las hay. Hay fronteras con olor a papel, con sabor a capital.
Hay fronteras. Por lo que me pongo en pie una vez más y te digo, con seguridad y dejando el falso ego de lado, que soy esto que ves, y mucho más. Que soy esto que ves y polvo de estrellas, polvo en el coche, y una almohada donde descansar, donde hacer guerra. Que soy esto que ves y mucho más. Esto que ves y unas manos que saben pelear, que intentan pintar, y que buscan como escribir palabras con sentido. Unas manos que saben sumar y unos ojos que siempre suspendieron lengua e historia. Y mírame ahora, que soy esto que ves y mucho más.
 
 
Soy esto que ves y soy tormenta, hermoso caos donde tú me ves desde lejos. Demasiado lejos. Acércate más que esto acaba de empezar. Soy esto que ves, y un complejo eterno de miedos. ¿A quién voy a engañar? Si estoy cagada por el mundo de fuera; si tiemblo ante la idea de la realidad, tocándome, invadiéndome, asustándome y recordándome, también, que el miedo está bien, que el miedo es la etapa previa a la invasión de amor está de la que todo el mundo me habla.

 
Estás muy lejos y tienes que acercarte más. Que si no te lo pierdes. Esto. Nosotras. A mí. Que sigo temblando. Sudando y dudando. Pero la lucha en las calles me pone la piel de gallina y el latido de nuestra piel unida y recogida en ternura me sigue dando fuerzas incluso cuando no hay manos cogidas. Hay fronteras. De esas que te joden el alma y te joden la piel. De esas que te cogen del cuello y te dicen: "Tu aquí no puedes estar". Hay fronteras que, simplemente, te mienten.

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