UTOPÍAS DESNUDAS

Me consume la impotencia y la lluvia se hace con el control de mi cuerpo; me aíslo y me entra la rabia. Quiero clavar cuchillos y clavar narcisos y clavar la mirada de odio. Y hacer un jardín con sus restos. Me tiemblan los dientes y se me hace pequeño el mundo porque toda esta historia es muy difícil de contener, y qué quieres que te diga… el odio se aprende y yo llevo memorizándolo desde hace tiempo.

Quiero revolcarme en lodo frío y soñar con utopías desnudas, pero me vuelve la tormenta de memorias pérdidas y me acuerdo de los barcos que naufragaron en mares de juicio, y me enervo, y te quiero matar el corazón. Se me nubla el juicio y quiero venganza, sangre y a alguien a quien culpar.
Te quiero quitar el aire y sentirme libre, sentirme viento por fin. Fuera de ti, fuera de todos aquellos que me miraron como si fuera una musa; reduciéndome a una simple idea creada por hombres. No soy una musa. Soy un jodido huracán.

Y me inunda la tristeza, no puedo evitarlo. Me consume, y me dejo consumir; esa es la verdad: me dejo consumir. Pero recupero el aliento, y desde el barro me levanto de nuevo y miro a todas aquellas que están vivas todavía.
Respiro de nuevo y dejo a la paz entrar, a la luz entrar, al amor entrar. Dejo a la calma entrar después del naufragio personal, y desde lo más hondo, desde esa falsa oscuridad, miro arriba y os veo. Que increíble belleza la nuestra…


Y el odio se va. El odio se ha ido.

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