EUFORIA

Estado puro de euforia. Estado de euforia, a secas, por todo el cuerpo, como vino seco llegándome al estómago. Estado de euforia como besos húmedos por el cuello, que me hacen gemir como gata en celo y que me tapan con mantas de seda fina, sin ropa.

Estado de euforia como cuando sale el Sol por la mañana, de poema simple, sin tapujos ni nada más; así, porque puede, ¡Porque es el jodido Sol y hace lo que le da la gana! Euforia pura como el chocolate desecho en la leche, como la pizza, a secas.

Estado puro; de mí, de la vida, de ellas, del mundo; del cielo, que es tremendamente grande y hiperbólicamente único. Estado de euforia que me pone la piel de gallina y me hace temblar el corazón; que se me recrea en la memoria y me hace cenizas de nuevo para volver a nacer.

(Tengo al Fénix agotado)

Estado de fuegos artificiales en la garganta, de gritar y sentirme viva por dentro; de euforia de esa que se me pega y no se me quita en días; de esa que ha sido sal, sabanas, bosque, mar, cafés, música y besos imprevistos en momentos improvisadamente pensados. Todo junto en un cuerpo como el mío. 

Euforia de todo lo bueno y todo lo malo, de todo, a secas, húmedo y a medio hacer. A medio construir, como siempre. Euforia de irse a dormir sin sueño: de esa euforia. Que perfecta...




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