ÁNGEL

Siempre vi la ruptura del alma como algo metafórico, como un dolor que no se ve, y que al sentirse te consume y te hace ser demonio; demonio con alas, pero demonio. Y a veces la ruptura del alma se ve en una sonrisa, en unos ojos cansados de llorar, en un corazón que no ha sabido cómo ser amado y que no se ha querido arriesgar a amar, porque al hacerlo podría apegarse tanto, tanto, que acabaría tornándose agua clara con el otro cuerpo, y desaparecer.

Yo quería sentirme orgullosa de mis demonios, pero quería ser ángel también, ser fugaz, historia de amor, una pintura imposible de entender, un rompecabezas. Y veo a otrxs maestrxs del ajedrez jugando a perder y sé que no soy ni la mitad de tormenta, ni la mitad de caos, ni la mitad de ángel; porque a mí no me empujaron de ningún sitio. A mí no me desterraron.

Veo las cálidas luces reposadas encima de mi sofá y me acuerdo de aquella vez que te quedaste dormido en mis rodillas, como un bebé, respirando despacio y tranquilo. Como un pequeño ángel que ha desaprendido a querer, que se sabe la formula para olvidar, que aprende a entender este mundo retorcido lleno de humedad, que quema, que revienta, que destroza, que te devora; las entrañas, la cabeza, el corazón, el alma aquella que nunca se ve si no se sabe mirar.

Pero contigo yo aprendo a mirar, y asusta porque no me quiero dejar arrastrar en tu desastre que cambia igual que lo hace el clima; pero no puedo evitar apoyarme en tus ojos de agua tibia, de tormenta que poco a poco quiere dejar de ser marea; marea imprevisible y llena de miedo. Contigo es fácil ver. Me resulta fácil verte el alma, aunque parezca imposible para un ángel postizo como yo.

El caos es imprevisible. Hay interruptor pero solemos esconderlo a simple vista, por el placer de derrumbarnos, de ser consoladxs y por el ego de vernos levantarnos. Hay interruptor; debe de haberlo porque yo en algún momento salí de las tinieblas, y ahora veo claro que Granada contigo suena bien, que un Brasil imposible para mi cartera suena mejor.

El caos es imprevisible, pero me compadezco más de lxs jugadorxs de ajedrez que de nosotrxs, que nos derrumbamos a diario y nos sentimos extrañxs, que nos sentimos tormenta, casa en las afueras con pequeñas luces que parpadean, ventanas algo rotas, cortinas raídas por las puntas (de fácil arreglo), canciones nostálgicas y fotografías antiguas.

Es fácil querer conocerte, y querer escucharte, y verte el alma. Y es fácil verte caer. Por eso eres tan interesante. Y por eso me gustaría aprender a verte levantarte. 



Comentarios

Entradas populares de este blog

Aprendo (a veces)

DOMINARME