PAPEL

¿Seré de papel? A veces creo que sí. Porque me muevo y siento que no peso y que se me llevaría el viento si no me aferrara a algo; porque soy de fácil corte pero de más fácil arrugue, que me coges y me destripas y se te olvida luego mi nombre.  

¿Seré de papel? Que soy blanquita pero me tiño fácil de arcoíris despistados, que sin perder nada vienen a beber del agua que, como suele pasar, del papel se escurre. Tal vez soy de papel, o tal vez soy de cartón, que da refugio extraño, que es más duro y que al mojarse retiene el llanto.

¿Seré de cartón? Que guarda líneas temporales de vidas que se marchitan yendo de casa en casa y moviendo muebles que con los años se hacen mayores; que se dobla si haces fuerza y cuando quieres volverlo a dejar como estaba queda la cicatriz. Sí, tal vez soy más bien cartón que no papel; aunque no pondría la mano en el fuego por ninguna de las dos opciones, de hecho no pondría la mano en el fuego por nada.

¿Seré fuego? Que mi piel se enciende cuando mis ojos palpitan al verte, que mis cabellos se queman por los bordes, que mis manos quieren tocar todo aquel cuerpo que quiera ser bautizado. Tal vez soy fuego que se dedica a quemar papel, o papel que sueña con ser cartón. En cualquier caso, no pondría la mano bajo nada más que no fuera tu pantalón. 



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