EL SOL QUEMA MENOS

Estoy en la terraza, con música, crema de sol regándome la piel y el ruido de lxs vecinxs sonando de fondo; y se está bien. Le he cogido el gusto a estar aquí, con las nubes como únicas que me ven desnuda y con las que me discuto por unos minutos más de claridad. Es extraño porque el ruido mundano se hace cada vez más ameno pero sigo subiendo el volumen de la música para sentirme más despierta; y sin darme cuenta pasan las horas y estoy hablando con las vecinas de balcón a balcón y me entra dolor de cuello pero me aguanto porque me gusta lo que me cuentan; y contemplo a la gata del casero, y acepto que no me quiere cerca, que su único propósito de la mañana es buscar el fresco en alguna esquina bajo los fruteros.
Y el sol le da calor a las hojas del olivo, con olivas que nunca he visto comer a nadie, pero que ahí están, sin molestar ni hacerse notar demasiado. Hay más pájaros en el cielo y los ciervos vuelven a casa y los pelos crecen y nadie nos dice nada al respecto. Mi cabello se balancea a causa del viento y no estoy esperando a que nadie se de cuenta; que extraño alivio... El sol me quema menos, aunque sigue quemando, eso no va a cambiar, pero las sombras parecen más flexibles y es como si bailaran y me hicieran partícipe. 


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