EUFORIAS

No sé escribir euforias, 
o cosas bonitas. 
Se escribir penas internas, 
y amor romántico lleno de mierda. 
Pero me cuesta escribir 
sobre momentos de euforia.  

Creo que les artistas (ignoremos lo pretencioso que suena llamarse "artista" a une misme) solo sabemos existir entre agonías y dramas; y la realidad es que yo ahora mismo me siento eufórica, alegre, cansada de escribir desgracias propias, y cansada de sentir grietas, de ver que esta segunda piel mía también se rompe al caminar. 

Y repito, no sé escribir euforias, 
o eso creo. 
Se escribir momentos presentes, 
como ahora, 
que espero el tren en la estación de Molins
escuchando Mediterraneo de Serrat. 
Que canción más bonita... 

Se escribir desgarros internos e historias de corazones rotos. 
Se escribir sobre el amor idealizado que sangra rosas y baila desnudo por el salón. 
Yo, por el contrario, no suelo bailar desnuda por el salón; suelo bailar en las discotecas, con algún chupito o copita de vino de más. Tampoco canto en la ducha, en parte porque no sé cantar y en parte porque prefiero que canten otres mientras intento evitar el japón entrándome en los ojos. Escribo sobre cosas que me pasan, y no suelo inventarme nada o exagerar (no siempre). 

Escribo enrollandome más que unos auriculares en algún bolsillo olvidado; es lo que mejor se me da, hacer poemas con "mierda" y "joder" en ellos, ser menos educada que apropiada y liarme conmigo misma confundiendo al final lo que quería decir. ¿Qué quieres Alba? ¿Cuál es el propósito de esto? No lo sé... 

Yo sólo sé que escribir euforias se me da regular, 
o tal vez prefiero escribir y vivir mierdas y joderes; 
tal vez prefiero mantenerme como alma desgastada 
y hacer ver que va todo mal cuando en realidad va todo bien.
O viceversa. 

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