CAMBIO

Cambiar es inevitable; aún así, nos retenemos con cadenas invisibles los pies y el alma para permanecer cómo estábamos. Evitamos vernos o sentirnos diferentes, porque tememos estar engañándonos a nosotrxs mismxs con florituras y falsos deseos; y por ese miedo nos privamos de aquello que, sin la presión de decepcionar, haríamos sin sentir el miedo recorriéndonos por dentro. 

Pero está mal que generalice... porque el miedo a decepcionar me pertenece a mi. El miedo al cambio, es mío. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Aprendo (a veces)

DOMINARME