TENGO GANAS

A veces se me olvida lo frágil que soy y lo mala que puedo llegar a ser. A veces la cama se convierte en guarida y no quiero salir; no quiero dejar de estar calentita debajo del edredón y no quiero enfrentarme a todas las cosas que no me gustan cuando me miro al espejo o cuando me veo en los ojos de la gente o cuando siento que me estoy desviando del camino.

Soy consciente de la suerte que tengo de un día decidir que me quedo encerrada en mi pequeña cueva a la que se le ha fundido la luz principal, pero eso no me hace sentir mejor. 

Y he estado pensando y me apetecen fideos, gyozas, un donut; me apetecen anillos nuevos, tejanos acampanados, más tatuajes y follar; me apetece dormir todo el día, tener ganas de hacer ejercicio, salir a dar una vuelta; tengo ganas de claveles, margaritas y amapolas; de que me crezca aún más el cabello y oler siempre a perfume. Tengo ganas de pasear por Barcelona de noche, y asumir que las luces de Navidad son preciosas e innecesarias al mismo tiempo. Tengo ganas de bailar... tengo ganas de no ser tan frágil, ni tan mala. Que parece que lo tenga todo muy bien atado pero no. 

¿Quién lo tiene todo bien atado?



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