COMERNOS LA BOCA Y DEJARNOS DE HISTORIAS

Me impregna este deseo inhumano de tenerte cerca sin hacer nada en especial, dónde la cama se convierta en el campo de batalla con el mayor número de claveles que jamás se haya visto. Me arranco la piel y la cubro de tinta negra y me acaricias y me enciendo como una cerilla, y me niego a perder la mecha que me prendió en primer lugar; así que habrá que mantenerse cerca.

Me dejaré consumir aquí, sin cojines y con las sábanas sudadas, y aprenderé nuevos idiomas donde se tuerza la lengua al hablar, pa’ que te pierdas entre mis pliegues de manera pausada y sin prisas. Pa’ que me desnudes con la mente, que a veces falta y es lo más importante. Despacio te lameré la boca, serás un cachorro entre mis senos y te prohibiré alejarte. Quédate. Va, quédate un rato más.

Y qué haré cuando quiera perder el camino recto, cuándo me quiera dejar consumir por el fuego, y me sienta laguna. Qué haré si este océano cada vez está más dulce y las metáforas, para describirte, se están quedando cortas y me agota la idea de explicártelas porque lo único que quiero es comerte la boca y dejarnos de historias.

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