SED

Es efímero nuestro encuentro, y no ha sido de nuestra decisión la partida; nos hemos dejado aconsejar y ahora somos extrañes que a la deriva van, como las medusas, rehenes de la marea. 

Rehenes, eso somos; rehenes de la tormenta. Hijes del cielo gris. Frutos de dientes partidos. Sonidos de placer que no supieron hacerse canción. Somos eso; rastros de ceniza que junta se hace diamante. 

Que repentino se ha acabado todo para nosotres, cuantas voces en nuestra cabeza marcando el compas de nuestros latidos. Quién lo diría, que nuestra piel no es sólo nuestra, que nuestra sed no se sacia únicamente con nuestra saliva. 

Comentarios

Entradas populares de este blog

Aprendo (a veces)

DOMINARME