Me dijo que no sabía escribir sobre cosas bonitas. Y yo, que ya le había escrito numerosas de cartas de amor, me pregunté si realmente la tristeza valía tanto la pena, o era yo, que no estaba destinada a ser la musa de nadie. 


Título: Un poeta cobarde y una idiota con mucha paciencia. 


Comentarios

Entradas populares de este blog

Aprendo (a veces)

DOMINARME