Desenamorarse es un proceso lento que se digiere a puñetazos. Desenamorarse es tenerle cerca y  escucharle reír y que el dolor se haga cada vez más ameno y soportable; que su voz ya no sea un recuerdo amargo que te recuerde que ya no habla ni canta para ti. Desenamorarse es aceptar que las polillas ya no enloquecen ni pierden el control cuando le tienes cerca; que le ves como algo que fue y que pudo ser, pero no como algo que es en el presente. 


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