Si me dejará consumir por tus costumbres en la pista de baile creo que ardería durante horas; ardería por la memoria de tu olor en mi ropa y ardería con la memoria de tus ojos buscando los míos, suplicándome con las pupilas dilatadas un último contacto. 

Ardería. Esa es la conclusión definitiva: saldría ardiendo y querría volver todos los días. 


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