15 DE OCTUBRE DE 2015

Este es un texto que escribí a los 15 años, hablándome a mi misma. Siempre estaba triste y no sabía por qué: 

He pensado en mil maneras de empezar esta conversación, pero ahora que te tengo delante no me salen las palabras.

No se que decirte; como hablarte para que sonrías.

Cuando te miro, ahora de tan cerca, me pregunto por que perdieron su brillo esos ojos azules, por que perdieron su color, que les hizo el tiempo para acabar tan tristes. ¿Que nos hizo el tiempo? 

Entre abro la boca, pero no sale sonido. 

Siento tristeza, pena, y culpa, pequeña. ¿Donde se ha escondido esa suave y delicada piel? ¿Donde fueron esos alegres cabellos negros? ¿Que les paso a nuestras ilusiones?

He querido hablarte desde hace mucho tiempo; pedirte disculpas por los años que te deje sola, por los años de eterno invierno en tu cabeza. Solo quiero disculparme, pero no me salen las palabras.

Me miras. Es extraña esta sensación... y es una lástima pensar que diga lo que diga nada compensara las horas perdidas; que diga lo que diga, ya no habrá nada que pueda hacer para curar tu alma.

No quiero pensar que he perdido el amor por ti, por nosotras; no quiero darme por vencida, pero el mundo pesa demasiado... siempre ha pesado. 

Quiero que sonrías; quiero que vuelvas a sentirte niña. Quiero que tu felicidad llegue hasta mi y me deje olvidar el dolor que siento, la angustia que me consume, la agonía que me secuestra cada noche cuando cierro los ojos y decido ceder al sueño.

Quiero evitar que te rompas, pequeña. Quiero evitar que llores al mirarte. No quiero que llegues a mi con miedo a la vida.  

Quiero poder tocarte, decirte que hay luz aunque en las pesadillas venza la oscuridad.

Quiero abrazarte; abrazarte si lloras, abrazarte si tienes ganas de gritar, y reconfortarte si te sientes perdida. Quiero que haya alguien para ti, ya que antes nunca lo hubo.

Te quiero decir que no nos falto valor, que al caer tuvimos la oportunidad de levantarnos, y lo hicimos, una y otra vez. 

Te prometería que todo ira bien, pero no quiero mentirte, no a ti. Nunca más a ti, pequeña.

No quiero prometerte nada por que la vida me ha enseñado que es mejor no prometer a aquellos a quien amas. Pero si te diría que el tiempo destruye, pudre y mata, pero que seguimos queriendo formar parte de él.

Te diría que tu formas parte de mi tiempo, que tu eres esas horas perdidas por la duda, las voces terceras y la pesadez del mundo sobre mis hombros al crecer.

Quiero que vuelvas a sonreír, pero no me sale la voz para pedírtelo; soy incapaz de hablarte.

Me gustaría oír el sonido de tu voz; recordarme al oírte, pero no puedo exigirte nada, ni siquiera una sonrisa.

Te grito por dentro, te llamo, pronuncio nuestro nombre con todas mis fuerzas... pero no me oyes, nadie me oye en mi cabeza. Presiono los dientes, me duele, pero no me importa, ningún dolor material me importa ahora al mirarte, al verte tan fría.

Mi garganta arde ahora, y mis ojos ya han reprimido demasiado tiempo las lágrimas. Pero no quiero que me veas llorar, no tu, no aquí, no ahora. Quiero que me veas bien aunque este agotada, derrotada, devorada por los cuervos, muerta por dentro. Quiero que me veas todo lo posible de bien a pesar de que la vida allá acabado con lo poco que quedaba de mi.

Un rayo de luz cruza mi rostro. Hay luz afuera. ¿Hay día en tu mundo? ¿Hay noche? ¿Hay verano?

Me pregunto si te acordaras de bailar. Tal vez, en algún momento del tiempo, podamos volver a bailar juntas.

Me gustaría haberte conocido más, poder haber compartido contigo más cosas y recordarlas ahora. Pero solo recuerdo soledad. ¿Que me paso? ¿Como pude dejarnos sola?

Mi estómago es como el nido de millones de mariposas inquietas: Todas vuelan a la vez,

impacientes por escapar. Las palabras rasgan mi garganta, suben por mi cuello e invaden mi boca, pidiendo libertad:  

-Te quiero.-Lo digo tan flojo que tal vez ni siquiera me has oído, pero las mariposas ya han salido; han salido como salen las flores en primavera después de un duro invierno, aliviadas.

-No hay nada que cambiar, eres perfecta así. Te quiero.-Mi voz es solo un hilo invisible en esta habitación, pero por fin las mariposas han salido. Por fin noto como mi alma se recompone.

Poco a poco, todo se vuelve más hermoso en mi interior. Por fin, hay luz interior.

Sonríes, y al hacerlo se te escapa una dulce risa; risa que decora este cuarto, antes gris, de colores.

Tus ojos azules ahora resplandecen, matan a las sombras que hay en este adulto corazón. Ahora tus cabellos parecen más hermosos sobre tus hombros; tu piel parece más blanca, podría ser nieve. Ahora en tu mirada vuelve haber ilusiones, vuelve haber esperanzas, picarda y estrellas jóvenes.

Sonríes. Por fin... sonríes.

Ya esta, pequeña, ya no tengo miedo. Ya no me siento la hija perdida de la oscuridad. Ya no hay dolor en mi corazón, ya no hay tristeza en mis ojos. Ahora hay paz en mi cabeza, los demonios se han ido. Puedo respirar.

No sabía que el viento sabia dulce en mis labios.  

Que bien sienta tu amor en nuestro corazón, pequeña. Que bien sienta

Comentarios

Entradas populares de este blog

Aprendo (a veces)

DOMINARME