(DES)ENAMORARME

Enamorarme de Alex me permitió conocer un amor en calma que me hizo sentir segura durante un periodo de tiempo en el que necesitaba un ancla, un lugar en el que sentirme protegida, una guarida. Había tierra bajo mis pies estando con él, pero también había miedos e inseguridades por dejarnos arder; y aunque bajo el color de los ojos se escondieran las ganas de comernos a besos en cualquier esquina, el miedo, lo que tiene, es que paraliza y apaga ese fuego, y eso nos pasó, que nos acabamos ahogando en todo lo que, por temor a perdernos, no hicimos. 

Enamorarme de Alex me dio paz; fue un amor tranquilo, lleno de gestiones nuevas que encontraron su camino para hacerse calendario que no llegaba a avanzar del todo ni para uno ni para el otro. Enamorarme y desenamorarme de Alex me hizo crecer como persona, como amante, como amiga. Enamorarme y desenamorarme de Alex me hizo ver que la pasión desenfrenada, el ardor… no pueden ocultarse, ni frenarse, ni reprimirse como nosotros hicimos por miedo a sentir dolor. Las llamas, una vez prendidas, no deben apagarse; deben dejarse ir y consumirse durante el tiempo que estén presentes. Hay que aprender, si se quiere, a cultivar esa pasión, a convertirla en amor con raíces fuertes y flexibles, regarla como a una flor, cuidarla como se cuida un jardín. 

Un autor japonés a quien estoy leyendo escribió que “el amor es desear y también ser deseado”. Y por eso, aunque siempre he sido admiradora de ese fuego, de esa irremediable necesidad de la piel contra la piel y del corazón con otro corazón, he guardado distancia durante años, porque desear es sencillo, pero el rechazo de no ser deseada de vuelta duele, daña el ego y te hace sentir pequeña. 

Enamorarme y desenamorarme de Alex fue control emocional, bofetadas de realidad y aprender que a veces las personas que se cruzan en tu camino son grandes lecciones de vida que te construyen como individuo, pero que no definen el camino. Enamorarme y desenamorarme de Alex fue una manera extraña de entender como no quería volver a vivir el amor, y de aceptar mi fuego y dejar que me prendiera entera, asumiendo las consecuencias de saltar sin paracaídas. 


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