MALA

A veces creo ser mala. Mala de malicia, de maldad, de avaricia, de egoísta, de niñata, de malcriada. A veces me veo desde fuera, disociada, y sufro por si lo que estoy observando es una mera actuación o si realmente soy así; así de torpe, de fría, de distante, de ingenua, de atrapada en la idea del amor, de atrapada en la idea del olvido, de atrapada en la idea de ser sin estar presente, escondiéndome. 

A veces sí me veo con ojos honestos y me doy amor, me limpio las heridas y me digo cosas bonitas; pero hay otras en las que me destruyo y me clavo espinas que con el tiempo se han ido acumulando en algún rincón de mis carnes al cual soy incapaz de alcanzar a estas alturas, aunque sea solo pa’ limpiarlas y sacarles el polvo.

A veces creo ser mala. Mala de villana, de egocéntrica, de narcisista, de catastrofista, de loca. A veces creo ser algo, que en realidad, reconozco cuando cada mañana me miro al espejo mientras me puedo estar limpiando los dientes, vistiéndome para salir, preparando la comida, o dándole de comer a mi pez. 

A veces creo ser mala. Mala de insegura, de perversa, de desapegada, de imprudente, de retorcida, de vaga, de cobarde. A veces se me olvida que soy de digestión rápida, que cuando me rompes el corazón tiro todas tus fotografías, borro tu número y no te hablo hasta que tenga algo bonito que decir, que cuando necesito espacio desaparezco y lo más probable es que esté escondida entre páginas en blanco aún por escribir, o bajo las mantas, o bajo la ducha; que cuando me siento perdida voy cerca del mar, que siempre me ha dado energía y me recuerda al comienzo de mi propia existencia. 


A veces creo ser mala. Y a veces, simplemente, sé que lo soy sin ningún tipo de duda. 







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