Palabras

Las palabras tienen algo de lo que las acciones carecen. Algunas veces son una verdad absoluta, te envuelven en afirmaciones y promesas brillantes, mientras que otras veces se convierten en viento partido y te cortan la carne.  Un día puedes usarlas para jurar amor eterno susurrándolo al oído de algún ingenuo con muchas carencias, y otras veces puedes usarlas para despedirte sin girarte ni decir adiós por última vez. Un día las palabras arropan y protegen, y al otra se convierten en puñales. 

Por eso escribir me gusta tanto, porque puedo ser malvada y benévola al mismo tiempo; arrancarte el corazón del pecho con dos versos o hacerte mi esclavo con dos palabras bien combinadas. Por eso escribir me gusta tanto, porque puedo llegar al cielo y al infierno con un pestañeo; puedo leer la verdad de las personas, y también puedo leer sus grandes mentiras. 

Las acciones, como contrapunto, son aquello que te condena irremediablemente a no poder volver atrás una vez ejecutadas. Son aquello que te persigue y te condena, o con un poco de suerte, aquello que te abraza y te da la posibilidad de seguir creciendo. 

Por eso yo prefiero las palabras, volátiles y libres, mentirosas y pícaras, siempre con un ojo en la puerta de salida.



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