el jodido "easy going"

A veces siento que desaparezco, que no quiero olvidar ni ser olvidada. Pero a la vez no quiero ser nada clavado en ningún corazón huérfano, ya que no sé cómo retener el pensamiento de alguien dentro de mí sin sentir que mi libertad se ve amenazada.

No quiero desaparecer. No quiero ser canción de ruptura, ni la tía que te follaste y a quien engorilaste cuando estuviste en Barcelona, o la chica a la que escribes a las dos de la mañana para hacerte una paja y después olvidas en el buzón de llamadas. No quiero ser la ex comprensiva, ni la chica guay o easy going que conociste en aquella app de citas y a la que no creíste que el silencio repentino perjudicaría.

No quiero desaparecer. No quiero deslizarme por la vida como la arena fina lo hace entre los dedos. Conociendo mi amor por el mar más que por la costa, a veces querría estar directamente suspendida entre el agua y la tierra. Yo ahí, en ese momento, siento que puedo volar, y que no osaría jamás desaparecer sin antes decírselo a alguien. 

No quiero desaparecer. Pero si tengo que hacerlo, si este dramatismo veinteañero me consume más de la cuenta, me gustaría desaparecer ahí, en ese borde de universos que suena a piedras rozándose, a peces perdidos y a rayos de sol buscando el frío. Si tengo que desparecer, sólo si tengo que hacerlo por mi propio bien, me gustaría ver antes quien me llora y quien me ama.



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