MI REALIDAD, AQUELLA QUE DESTRUYE Y ACUNA

Tengo miedo. Miedo del sí, del no. Tengo miedo del después, del antes. Tengo miedo de que salga bien, de que salga mal. Tengo miedo de muchas, demasiadas cosas para un corazón tan pequeño.



Mi realidad es que he tenido miedo de todo aquello que no podía controlar, de todo aquello que implicaba una posible ruina en mi interior, en el interior de los demás. No se como empezó, ni cuando, ni por que, pero siempre estuvo. Me mantenía alerta, pero al mismo tiempo me destruía. Me destruía en silenció, poco a poco; apenas notaba el dolor hasta que no llegaba la noche. Entonces dejaba caer una lágrima detrás de otra, y me preguntaba que había hecho mal, que demonio se había encaprichado de mi, por que no me dejaba en paz de una vez y mataba a otra.


La realidad es que ningún demonio se había encaprichado de mi, sino al revés, yo me había encaprichado de aquel demonio que, a pesar de ahogarme, me aportaba una seguridad que no había encontrado en la vida. La realidad de mi mente era aquella oscuridad que yo misma me había pintado. Me negué a ver la luz. ¿Para que? Al final todo seria oscuridad, debía de pensar mi cabeza. Ese pensamientos engullo mi cuerpo entero.
Mis pensamientos, mi corazón, mis huesos, mi piel, mi sonrisa, pasaron a un segundo plano. No sentía nada. No quería nada.
Mi estómago guardo todas las palabras que conocía, todos los sonidos que había aprendido con los años; guardo las ilusiones, las esperanza, los colores.


Mi realidad es que ahora, con las palabras de nuevo vivas en mis labios, conozco nuevos miedos que antes me eran indiferentes, lejanos y desconocidos. Miedos que se pueden compartir con aquellos a los que amas, pero que, al mismo tiempo, guardas por vergüenza. Son miedos que todo el mundo siente, como el de besar por primera vez, el no ser suficiente, el hacerlo mal, el perder la virginidad, el perder el juego, el ganar sin merecerlo.
Miedos a perderme por el camino, al no encontrar aquella luz que antes tanto luchaba por alejar. Ahora la quiero. Ahora la busco, ahora la espero, sin prisa, pero con ganas.

La realidad es que los demonios existen, pero solo en tu mente. No hay personas malas, solo situaciones desafortunadas. No hay corazones oscuros, solo confusas decisiones. No hay angustia estúpida, solo cabezas liadas. No hay miedos menores, solo personas.

La realidad es que no existen los errores.




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